¡Dad gracias a Dios! por la salud recobrada
El Señor actúa en mi vida
Leproso sanado, vuelve a agradecer a Jesús la salud recibida.
Los “otros” pasaron de largo.
¿Dónde estás tú?
Himno
¡Aleluya!
La salvación, es de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
¡Amen, Aleluya!
¡Aleluya!
Alabad al Señor sus siervos todos,
Los que le teméis pequeños y grandes.
¡Amén, Aleluya!
¡Aleluya!
Porque reina el Señor, nuestro Dios dueño de todo.
Alegrémonos y gocémonos y démosle gracias
¡Amen, Aleluya!
Alegrémonos, y demos gloria a Dios.
¡Amen, Aleluya!
Salmodia
Agradece tu salud. Salmos 116
Antífona ¡Yo te amo Señor!
Yo te amo Señor porque me escuchas,
porque oyes mi voz cargada de súplica.
El Señor se digna escucharme;
por eso lo invocaré mientras viva.
Los lazos de la muerte me envolvieron,
y me angustié al verme tan cerca de la muerte;
mi vida era angustia y aflicción constante.
Pero en el nombre del Señor clamé:
«Señor, ¡te ruego que me salves la vida!»
El Señor es justo y compasivo;
nuestro Dios es todo bondad.
El Señor protege a la gente sencilla.
Yo estuve muy enfermo, y… él me levantó.
¡Alma mía, ya puedes estar tranquila,
porque el Señor me ha tratado con bondad.
Tú, Señor, me libraste de la muerte,
enjugaste mis lágrimas y no me dejaste caer.
Por eso, Señor, mientras tenga vida,
viviré según tu voluntad.
Yo tenía fe, aun cuando dije:
«¡Es muy grande mi aflicción!»
Era tal mi desesperación, que exclamé:
«¡No hay nadie digno de confianza!»
¿Con qué voy a pagarle al Señor
tantas bendiciones que de él he recibido?
¡Sólo ofreciendo libaciones por su salvación,
e invocando el nombre del Señor!
¡Sólo cumpliendo al Señor mis promesas
en presencia de todo su pueblo!
A los ojos del Señor es muy valiosa
la muerte de quienes lo aman.
Señor, yo soy tu siervo;
mi madre fue tu sierva, y yo también lo soy,
pues me libraste de mis cadenas.
El sacrificio que te ofrezco es mi alabanza;
voy, Señor, a proclamar tu nombre.
Voy a cumplirte mis promesas
en presencia de todo tu pueblo,
en los atrios de tu templo, Señor;
¡en medio de ti, ciudad de Jerusalén! ¡Aleluya!
Antífona ¡Yo te amo Señor!
Salmo 91
(Adaptado)
Antífona ¡Da gracias a Dios de todo corazón!
Es bueno darte gracias, Señor, de corazón,
y cantarte con gozo cada día.
Es bueno proclamar por la mañana tu lealtad y por la noche decirte de verdad que me has querido.
Es bueno decir que tus acciones, Señor,
son mi alegría y mi esperanza.
Es bueno decirte que las obras le tus manos
son júbilo y fiesta para mí.
Te doy gracias y me alegro por el don maravilloso de la vida.
Oración en silencio
[Te doy gracias y me alegro por el don entrañable del bautismo.
Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Espíritu
Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Palabra.
Te doy gracias y me alegro por el don único de tu Pan de vida, Eucaristía.
Te doy gracias Señor por mi matrimonio
Por el Sacramento del Orden..]
Qué grandes son tus obras, Señor.
Qué profundos son tus designios.
Qué grandes son tus proyectos para nosotros.
Qué profundos son tus deseos para el que te busca.
Es bello, Señor, vivir siendo tú el centro de mi vida.
Muchos no te conocen, Señor, y me da pena
que pongan su vida en cosas que se acaban.
Muchos no saben que tú eres Padre
y que nos quieres a todos con ternura.
Tú eres grande para siempre.
Tu amor me inunda y me hace feliz.
El hombre honrado florecerá como palmera,
se abrirá como un trigal fecundo,
siempre tendrá el fruto a mano y su vida ante ti, Señor, será preciosa.
Es bueno darte gracias, Señor, y cantarte de gozo cada día.
Es bueno abrir el corazón de par en par
y dejar que tu luz inunde de tu paz toda mi vida.
Antífona ¡Da gracias a Dios de todo corazón!
Salmo 30
Antífona ¡Yo te alabo Señor!
Yo te glorifico, Señor, porque tú me diste la salud
Señor, Dios mío, clamé a ti y tú me sanaste.
Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría.
Nada me hará vacilar.
Pedí ayuda al Señor :
Escucha, Señor, ten piedad de mí;
¡ven a ayudarme!
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
me quitaste el luto y me vestiste de fiesta,
para que mi corazón te cante sin cesar.
¡Señor, Dios mío, te doy gracias por siempre! Amen
Antífona “Yo te alabo Señor “
Salmo 137
Antífona ¡Te doy gracias, Señor, de todo corazón!
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
El Señor es sublime, se fija en el humilde;
cuando camino entre peligros, me conservas la vida;
extiendes tu brazo y me salvas.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Antífona ¡Te doy gracias, Señor, de todo corazón!
Salmo 114
Antífona ¡El Señor es toda mi herencia!
Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí, el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida».
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
Antífona El Señor es toda mi herencia
Salmo 41
Antífona ¡Alabo al Señor en su gran bondad!
Feliz el que se ocupa del débil, del pobre y del enfermo,
el Señor lo librará en el momento del peligro y del sufrir.
El Señor lo protegerá y le dará larga vida,
lo hará dichoso en la tierra,
y no lo entregará a la avidez de la enfermedad;
el Señor lo sostendrá en su lecho de dolor,
y le devolverá la salud.
Yo dije: «Ten piedad de mí, Señor,
sáname, y tú me sostuviste,
y me mantienes para siempre en tu presencia.
¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
desde siempre y para siempre!
¡Amen! ¡Amén!
Antífona ¡Alabo al Señor en su gran bondad
Cántico Cristológico (Col 1,12-20)
Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos.
Antífona ¡Cristo, es Cabeza de la iglesia!
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Antífona ¡Cristo, es Cabeza de la iglesia!
Lectura bíblica
Del evangelio según san Marcos 5,25-29
«Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.».
Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.»
R/ Los que te buscan verán tu rostro, Señor.
Oración de los fieles
Oremos a nuestro Dios Trino por los enfermos agonizantes. -Para que sientan junto a ellos la presencia del Siervo obediente, Jesucristo Nuestro Señor, que muriendo en la cruz confió su espíritu a las manos del Padre, y resucitado intercede por todos nosotros.
R/ Roguemos al Señor
Cuando he experimentado el dolor, la soledad, el peso del vivir cada día, y ahora siento vivo todo mi ser, gracias es la palabra que mis labios elevan para ti Señor.
Gracias Señor por tu Pascua, por morir y resucitar por nosotros, que nos da el don gozoso de pasar de la muerte a la vida y que experimentamos en vencer a la enfermedad, el pecado y la muerte.
R/ Gracias por tu Pascua.
Gracias Señor por los sacramentos, todos signos de tu amor, pero especialmente lo hago hoy por el sacramento de la Unción de Enfermos, que me ha confortado, dado sosiego y me ha abrazado en tu esperanza.
R/Gracias por tus sacramentos.
Gracias por los dones de tu misericordia, por esos momentos luminosos en que sentimos la alegría de tu presencia, por todo lo bueno, lo noble, lo verdadero que acontece en nuestra vida: los abrazos de nuestra familia, la amistad entrañable y sincera, la oración de nuestra iglesia, el esfuerzo compartido del personal sanitario, la esperanza de nuestra fe.
R/ Gracias por tu misericordia
También te damos gracias por nuestro desierto vivido: las dificultades que hemos vivido, los problemas y sufrimientos que nos ha tocado afrontar y padecer. Sabemos Padre todopoderoso que ordenas todas las cosas para nuestra mayor bien, pues cuánto sucede es querido o permitido por ti, por eso ponemos en ti nuestros ojos, y confiamos en tu fidelidad y en tu gracia. R/ Gracias por vivir en tu gracia.
Le dice Jesús (Mc10,46-51) al ciego Bartimeo: ¿Que quieres que haga por tí?
Y su respuesta:
¡Señor, que pueda ver!
Te pregunta el Señor ¿que quieres que haga por ti?
y tu súplica es…………………………
Padre nuestro
Oración: Padre, danos un corazón agradecido; que aprendamos a darte gracias también cuando la enfermedad llama a nuestra puerta, y así se convierta para nosotros en un esplendoroso camino de bendición y seamos testigos del poder inmenso de tu amor en nuestras vidas. Amén
Cántico de la Virgen María
«Magníficat» (Lc 1, 46-55)
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por
siempre.